Si supieras lo que he vivido, te admiraría lo que soy capaz de hacer

En una clase de zumba, unas veinte o treinta mujeres se sitúan en diferentes zonas del espacio. Unas buscan verse en el espejo, otras buscan ver bien al profesor, otras buscan ocultarse del espejo y del profesor, etc.

Hay pasos más suaves, pasos más rítmicos. Algunas mujeres realizan los movimientos con mucha fidelidad con respecto a lo que marca el profesor, tienen incluso una gracia especial. Otras mujeres no levantan casi los pies del suelo o los brazos por el aire, parece que estuvieran muy cansadas o que les pesase mucho el cuerpo. Hacen lo que se llama “marcar” el movimiento, siguiéndolo de forma muy básica pero sin dar grandes saltos o grandes pasos.

Algunos movimientos solo los consigue hacer de forma excelente el profesor, aunque alguna que otra mujer se acerca a ese nivel en el movimiento de sus caderas.

Bien.


Estamos acostumbrados a valorar a las personas por lo que son capaces de hacer, por tanto nos parecerá que las mujeres más gráciles lo hacen mejor, se esfuerzan más, y hay que ser como ellas. Piensa en cualquier deportista reconocido: es el mismo ejemplo. Ese deportista tiene una combinación de factores que lo hacen único, es preciso, es poderoso, se adelanta a su contrincante, sabe centrarse y dominar sus emociones.

Bien.


Si supieras lo que he vivido, te admiraría lo que soy capaz de hacer.

Si supiéramos lo que algunas personas han sufrido o están sufriendo, si supiéramos la edad exacta que tienen, si supiéramos cómo es su carga genética, si supiéramos la enfermedad con la que conviven… Entonces quizá nos admiraría ver cómo son capaces de marcar los pasos en una clase de zumba, mientras al lado una mujer se mueve grácilmente porque no tiene todos estos condicionantes.

¿Qué es lo que admiramos? ¿La lotería genética?

Phineas Gage sufrió un accidente que cambió su comportamiento.
Photograph by Jack and Beverly Wilgus of daguerreotype originally from their collection, and now in the Warren Anatomical Museum, Center for the History of Medicine, Francis A. Countway Library of Medicine, Harvard Medical School. – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7436957

En un comportamiento físico hay condicionantes que no están directamente en el cuerpo (brazos, piernas…) sino en el cerebro. ¿Qué hay de aquello que se ha sabido, eso de que la estructura del cerebro puede conllevar comportamientos antisociales, o que un accidente que daña parte del cerebro puede provocar la pérdida de la voluntad como el famoso caso de Phineas Gage?

Y pienso también que esto se aplica no solo a la forma física, sino también a la capacidad intelectual, a la capacidad para emprender, a las actitudes frente a la vida. Entonces igual deja de tener sentido calificar a las personas con un mismo baremo. Yo tenía una profesora que decía que valoraba más el esfuerzo de un alumno que obtenía un 6 que el del alumno que siempre sacaba 10. Bueno, a mí su comentario me molestó (era de las del 10), porque si yo no me esforzaba, el diez dejaba de ser un diez y se convertía en un 8. Más adelante, en la carrera, pude ver a esas personas del 6, cómo se esfuerzan, cómo trabajan, hasta obtener la misma calificación que otra persona con más capacidad de partida.

Si supieras lo que he vivido, te admiraría lo que soy capaz de hacer.


Me gustaría conocer tu opinión. ¿Cómo lo percibes tú? ¿Qué preguntas o reflexiones te surgieron mientras leías este post?

Como siempre, te agradezco mucho que te tomes el tiempo tanto para leer el artículo como para compartir tus pensamientos en comentarios.


Commentarios

2 respuestas a «Si supieras lo que he vivido, te admiraría lo que soy capaz de hacer»

  1. […] transaccional, y los hay de una “investigación interna”, como este del agente Patou o este sobre capacidades (y […]

  2. […] Entro en la clase de baile activo, algo parecido al zumba. […]