No vives la vida igual si consideras que lo que te rodea tiene una continuidad, si crees que todo está en marcha y va hacia adelante. No es igual que si consideras que lo que te rodea va a terminar, que todo tiene fin y que no hay futuro. Claro que no lo es.

La ilusión de continuidad

Hasta existe un principio contable de empresa en funcionamiento o empresa en marcha, porque no se valoran igual los activos y los pasivos si la empresa está en liquidación y hay que venderlo todo cuanto antes, que si la empresa está en marcha y sus activos sirven para producir, apoyados por sus pasivos.

Pero esto no va de contabilidad. Va de ilusiones perceptuales. ¿Realmente existe la continuidad? Eso es lo que nuestro cerebro demanda desesperadamente. No vivimos igual de tranquilos ni con la misma sensación de seguridad si pensamos que la empresa en la que trabajamos al día siguiente no va a existir. Claro que no, viviríamos atrapados en el miedo.

Y sin embargo, la realidad se ajusta más al hecho de que la continuidad no existe, de que en cualquier momento puede aparecer un cisne negro y echar por tierra aquello que era cotidiano.

También existe un principio de continuidad en la Gestalt, es algo cuyo nombre he descubierto al indagar sobre esto para el artículo, pero que me resultaba familiar porque lo estudié en filosofía en el bachillerato: cuando vemos una serie de puntos, tendemos a considerar que crean una forma continua (y cerrada). Es también lo que hace el cerebro con los fotogramas de una película o con las gotas de un chorro continuado de agua.

De nuevo, es un autoengaño. La forma no es continua, la forma no se cierra, el chorro sigue estando compuesto de gotas independientes.

Fondo de pantalla de Windows

El mundo se va destruyendo y construyendo de una forma mágica, es más parecido a la segunda parte de La historia interminable. Yo he trabajado en muchas empresas que ya no existen. Digamos que la mayoría de las empresas en las que he trabajado ya no existe, a pesar de que por ley aplicaban el principio de empresa en funcionamiento. Unas han sido compradas por holdings extranjeros, otras se han fusionado varias veces con otras empresas del mismo sector, otras se han dividido al separarse sus socios, otras han cerrado. Alguna que otra sigue ahí con su mismo nombre, eso sí que ha sido un milagro.

La continuidad de las relaciones

En las relaciones nos pasa lo mismo. Para nuestra tranquilidad, las construimos pensando en un “principio de relación en funcionamiento”. Pensamos que van a durar siempre, como nuestra propia vida, quizá, y esto es lo que hace que avancen… y lo que hace que se destruyan.

¿Cómo puede un principio “virtuoso” y positivo hacer que una relación se destruya?

Bueno, si todo va a seguir ahí al día siguiente, tampoco tengo que hacer ningún esfuerzo especial por mantenerlo.

Y así, con todo lo demás: si mi trabajo va a seguir ahí al día siguiente, o si me pagan lo mismo independientemente de mi esfuerzo, entonces me esforzaré lo mínimo e incluso daré por hecho que tengo este trabajo, que “es mío”, ya está conquistado, cero estrés.

Continuidad de la energía

Sí, la vida sigue. Es como el principio de conservación de la energía, nada se crea ni se destruye… pero todo se transforma. Se transforma tanto que de un día para otro no reconoces el paisaje que te rodea. Todo intento de agarrarse a un elemento del paisaje es tan inútil como lo opuesto, relajarse tanto que llegues a creer que nada cambiará.


¿Tú cómo lo ves? ¿Qué preguntas o reflexiones te surgieron mientras leías este post? Muchas gracias por leer el artículo y por compartir tus comentarios. 🙂


Commentarios

Una respuesta a «Continuidad»

  1. Pienso que no es tan rápido el cambio, creo que es algo que se va fraguando poco a poco hasta que salta. Hay cosas que si son cambiantes en poco tiempo, pero creo que son mínimas.