Por mucho que te hayan contado, por mucho que hayas visto a tus propios padres envejecer, lo cierto es que no te prepararon para recorrer ese camino. Un buen día te miras al espejo y ves a una señora o a un señor, en lugar de verte a ti. Es impactante.
Hay otras señales más allá del espejo que te van haciendo sospechar: por ejemplo, la edad de los protagonistas de la mayoría de películas clásicas es menor que la tuya. Piénsalo, recuerda Gilda, Irma la dulce, o también Regreso al futuro, Superman… Todos los protagonistas tienen unos veintitantos años, y de pronto te parecen demasiado jóvenes, incluso para resultarte atractivos: lo peor de todo es tener la sensación de que podrían ser tus hijos.
Vas por la calle, y te das cuenta de que los hombres o mujeres que se fijan en ti te parecen muy mayores… y quizá tienen tu misma edad. Ves en ellos lo que quizá no veías tan claro en ti: canas, arrugas, barriguita, lentitud de movimientos…
Quedas con tus amigas y las conversaciones han cambiado de forma radical. Antes eran picantes, graciosas, variadas, y de pronto te haces consciente de que habláis sobre dolencias y achaques, o sobre operaciones de estética, todo es un poco más serio y apagado, y el encuentro acaba mucho antes.
Cambios físicos
Hay muchos elementos que te hacen reconocer que no eres la misma persona. Es como si algunas cosas se superpusieran sobre tu yo real, o bien, como si tu yo real se descolgase o churripringase hacia abajo.
Zara lo sabe muy bien: cuando buscas ropa en su página web, te hacen algunas preguntas que te hacen comprender por qué midiendo y pesando lo mismo ya no te sirve la misma ropa:
Recuerdo a una profesora de gym jazz que rondaba los 40 y lo decía:
Mi cuerpo ya no es el mismo. Entreno las mismas horas, hago muchísimo ejercicio, pero ya se me descuelga “el músculo de la sal” y noto que mi cuerpo es otro.
Por esto es tan difícil envejecer, por la sensación tipo invasión de los ultracuerpos de estar metido o abducido en un cuerpo que no es el tuyo.
Cambios mentales
Si todo acabara en el cuerpo… Lo cierto es que algo que tampoco te contaron es que tu capacidad mental no va a ser la misma. Es un conocimiento menos extendido, porque estamos acostumbrados a ver intelectuales brillantes en edades más allá de la madurez, como Eduard Punset, Marguerite Duras, José Luis Sampedro o Ana María Matute, por citar algunos.
Con la edad notas más dificultades para realizar cálculos o deducciones lógicas y matemáticas. Además, el alejamiento definitivo de las aulas hace que comprender cualquier información (o simplemente leerla) lleve más tiempo, incluso sin tener en cuenta la presbicia, algo que imaginabas que tendrías a partir de los 55 y que sin embargo aparece a partir de los 40…
Las ventajas de la madurez
A pesar de todo esto, si hablas con personas que hemos pasado de los 40, la mayoría te dirán que prefieren su vida actual a su vida de juventud. ¿Por qué?
Algunas respuestas:
- Cumplir años, sin más, es positivo. Imagina la alternativa…
- Tu autoestima es mayor.
- Tienes una vida más estable, más asentada.
- Sientes mayor tranquilidad, menos desasosiego.
- No te dejas llevar tan fácilmente por las pasiones.
- Tus ambiciones están más alineadas con la realidad y menos con las ilusiones.
- Dejas de tener que mostrar tus títulos y formación, y tu experiencia habla por ti.
- Ya no tienes que tomar decisiones vitales sobre tu carrera.
- En tu vida hay más elementos que merecen la pena, en general tu nueva familia (pareja, hijos/as…).
- Tus decisiones son más sopesadas y racionales, los riesgos que tomas son más calculados.
- Tienes una mayor resistencia a circunstancias adversas, porque ya has vivido muchas situaciones de todo tipo.
Me gustaría conocer tu opinión. ¿Cómo llevas tú la madurez? ¿Qué otras ventajas encuentras a cumplir años?
Como siempre, te agradezco mucho que te tomes el tiempo tanto para leer el artículo como para compartir tus pensamientos en comentarios.
Commentarios
2 respuestas a «No te prepararon para envejecer»
[…] decir que cada vez estoy mejor. No cambiaría mi vida de ahora por ninguna etapa de mi pasado. Como decía sobre cumplir años, cada vez estoy más segura de mí misma y de lo que hago, y cada vez están más igualadas mis […]
[…] “por ti sí pasan los años“, como en otras ocasiones en que me ha dado por compartir cómo se vive esta cosa tan rara de ser “una chica” y al poco ser “una señoraR…, incluyendo aquí mi propio […]