Hoy traemos a la Mujer Salvaje, esa parte instintiva animal y femenina que se esconde “allá abajo”, que nace de los ovarios y que, cuando está sana, nos permite vivir la vida con profundidad, sirviéndonos de lo intuitivo, lo sexual y lo cíclico. Es la voz que dice «¡por aquí, por aquí!», o más bien, lo canta.

También se la conoce con otros nombres: La Loba, la que sabe, la huesera, la vieja…

(Seguimos en todo caso a Clarissa Pinkola Estés)

En la imagen aparece una loba, uno de los nombres alternativos de la Mujer Salvaje

No identifico a la Mujer Salvaje en mí

Es posible que tu acceso a esta potencia creativa se haya perdido, pero la Mujer Salvaje nunca muere, simplemente puede estar apartada, arrinconada, escondida en una cueva… esperando a su oportunidad para volver a cantar con su canción única: algo como “decir cuatro verdades”.

El nombre que Clarissa Pinkola Estés ha elegido, “Mujer Salvaje”, busca llamar a la puerta de estas profundidades que se han ido quedando enterradas cuando no las visitamos.

Otra experta en estos temas es Miranda Gray, a quien ya hemos tenido de invitada en este blog hablando de los tabúes alrededor del ciclo menstrual.

En su libro Luna roja, Miranda Gray ahonda en el arquetipo de la Mujer Salvaje describiendo cuáles son sus riquezas en cada fase del ciclo menstrual, un ciclo de Vida/Muerte/Vida que conlleva una serie de sensaciones, vivencias y comportamientos si se deja que nos influya y nos lleve.

Luna roja comienza de una forma muy significativa:

En la sociedad moderna, el ciclo menstrual se experimenta como un fenómeno pasivo del que solo se admite su “aparición”, ya que todo el proceso restante se ignora o bien se oculta.

Cuando se pierden los instintos, cuando nos separamos de nuestros ciclos, ocupan su lugar el trabajo intelectual excesivo, la agresividad, la domesticidad, la inercia o el aburrimiento. Todos ellos son indicadores de que La Loba se ha retirado a su cueva y se nos ha hecho más inaccesible.

Esto puede ocurrir cuando nos enfrentamos a las rigideces de una sociedad demasiado civilizadora, cuando nos dejamos llevar por prohibiciones heredadas en lugar de por permisos que nos abren a más vida o cuando nos acomodamos en la rutina al precio de perder el contacto con lo más espontáneo que llevamos dentro.

La potencia de la Mujer Salvaje

En cambio, cuando una mujer está en la salud y en la vida, es robusta, poderosa, consciente de su propio territorio, plena en su propio cuerpo, con acceso a su creatividad y a sus instintos, en constante movimiento para adaptarse a los cambios constantes.

La Mujer Salvaje es la vida, incluso esa vida que en algunas mujeres es secreta, y que corre como un “río bajo el río” de pensamientos y sentimientos lujuriosos y salvajes.

Uno de los nombres de la Mujer Salvaje es la huesera: ella reúne los huesos que han ido quedando aquí y allá hasta formar un todo, un esqueleto, y entonces canta la canción que lo devolverá a la vida. Los huesos representan la fuerza indestructible. Es una imagen potente: por perdida que esté una facultad, por desconectadas que estemos del arquetipo que mora en nuestro interior, existe una manera de reunir los huesos y devolverles la vida.

La Mujer Salvaje está en contacto con la tierra, le gusta hundir sus manos en la tierra para plantar semillas o trasplantar cepas, o bien para crear una figura; a muchas les gusta pisar la tierra descalzas, en contacto con la Madre Tierra.

El camino hacia la Mujer Salvaje

¿Cuándo se está manifestando la Mujer Salvaje en nosotras? Existen tres caminos para encontrarla:

Creación

Todas las tareas de creación de algo nuevo, especialmente la de tener hijos, son de la Mujer Salvaje. La creación se extiende a las tareas que yo llamo “desestructuradas” por tener componentes descontrolados, de improvisación o inesperados, como bailar, escribir, leer, dibujar, pintar, hacer collage, hacer teatro, cantar, tocar un instrumento, hacer cerámica…

Introspección

Clarissa Pinkola Estés propone una serie de preguntas de reflexión que pueden conducir hacia su poderosa fuerza instintiva a una mujer que se siente como desdibujada. Son estas:

  • ¿Qué ha ocurrido con la voz de mi alma?
  • ¿Cuáles son los huesos enterrados de mi vida?
  • ¿Cuál es mi relación con el Yo instintivo?
  • ¿Cuándo fue la última vez que corrí libremente?
  • ¿Cómo conseguiré que la vida vuelva a cobrar vida?
  • ¿Adónde se fue La Loba?

Relatos

Además, un camino muy rico de información está en los relatos. Los cuentos y relatos que más nos han influido de pequeñas pueden ser muy significativos para explicar la historia “de los huesos” que nos hemos ido dejando enterrados más atrás.

Algunos de los cuentos más estudiados en este sentido son Barba Azul, Las zapatillas rojas, El patito feo, Cenicienta, Blancanieves, Hansel y Grettel… por citar tan solo algunos.

¿Cuál es el tuyo?


Miranda Gray organiza meditaciones del útero con frecuencia. Aquí tienes una página en español sobre el tema.

Una versión más extendida de este artículo se va a publicar en el boletín de la Asociación Española de Taichí Xin Yi.