Estar cómodos en la incomodidad

De esto ya he hablado, ¿verdad? Es una de esas ideas que se me quedan en la cabeza por tiempo, voy viendo ejemplos de cómo aplicarla, voy entendiendo su importancia.

Lo cierto es que, desde que Will Smith dijo esta expresión en el Hormiguero, algo que ya hemos citado en este blog, se me han ocurrido muchas situaciones donde merece la pena probar a estar cómodo/a en la incomodidad.

Haciendo frente a los miedos cotidianos

No hay nada más incómodo que enfrentarse “desamparado” a miedos cotidianos como:

  • No llevar suficiente abrigo y pasar frío.
  • Pasar calor y sudar.
  • Ir por la calle y tener la sensación de ser mirado de forma insistente y juzgadora.
  • No llevar paraguas y mojarse.
  • Que los zapatos aprieten.
  • Observar que nuestro whatsapp no ha sido leído.
  • Quedarse con el bañador mojado.
  • Observar que nuestro whatsap ha sido leído hace horas y no contestado.
  • Tener que seguir andando con una ampolla en un pie.
  • Esperar una llamada que no llega.
  • Estar en el atasco de cada mañana.

En todas estas situaciones y similares, lo que interesa es aprender a estar cómodo en esa incomodidad, esa pequeña ansiedad que estamos sintiendo porque algo no encaja con nuestra definición de la comodidad y el confort.

Una vez se logra esto, una vez se es capaz de afirmar: “Aunque me esté mojando porque no llevo paraguas y esto me molesta, soy capaz de seguir andando o de esperar a que escampe”.

Quitar hierro al asunto

No se trata más que de quitar hierro al asunto, de dejar de dar importancia a pequeñas molestias que, si miramos fijamente, parece que las hacemos crecer, que poco a poco van siendo más grandes hasta convertirse en insoportables.

Lo contrario es dramatizar, crear una gran montaña del pequeño grano de arena que se nos metió en el zapato. Y luego contárselo a otras personas, señalando lo desgraciados que nos sentimos por tener esta piedrecita en el zapato. En ocasiones, movemos a la compasión. En la mayoría, el otro puede estar pensando:

“Yo también tengo una piedra en un zapato y otras cosas peores que se ve que no te puedo contar, porque no pareces capaz de soportarlas…”

De quitar hierro al asunto y prestar atención a otras cosas se va formando callo, y de esto trata la vida, quizá, de ir haciendo callo e ir siendo capaz de vivir en entornos incómodos; lo que se llama crecer.

¿A qué prestas atención?

Aquello a lo que prestas atención es lo que está en tu conciencia. No es sabiduría oriental ni esotérica, es sentido común y funcionamiento del cerebro: nuestra atención es bastante limitada, podemos atender a un número de estímulos y no más, y durante un cierto tiempo (minutos) y no más.

¿Cómo es posible que esta pequeña atención se la estén llevando esas situaciones que subjetivamente nos parecen incómodas?

Eduard Punset, en uno de sus programas, habló de cómo nos habituamos a una sensación hasta dejar de sentirla. Por ejemplo, nos ponemos unos calcetines que al principio presionan en la parte de la goma elástica que llevan arriba. Al poco rato, dejamos de sentir esta leve presión. Si en cambio nos dedicáramos a “mantener viva” la sensación de presión, estaríamos añadiendo ruido a cómo percibimos el mundo.


Por tanto, estar cómodos en la incomodidad supone dos cosas: hacer frente a las sensaciones “negativas” que tenemos y ponerlas en su lugar para poder prestar atención a lo que de verdad nos interesa que componga nuestra vida.

Me gustaría conocer tu opinión. ¿Qué preguntas o reflexiones te surgieron mientras leías este post?

Como siempre, te agradezco mucho que te tomes el tiempo tanto para leer el artículo como para compartir tus pensamientos en comentarios.

 


Commentarios

Una respuesta a «Estar cómodos en la incomodidad»

  1. […] embargo, nuestra facilidad para estar cómodos en la incomodidad es asombrosa: simplemente se trata de repetir una conducta durante unos segundos. En seguida nos […]