“Es hora de…” ¿qué significa esta expresión? ¿Por qué es hora de comer, de emitir un telediario o de ir a algún sitio?
Muchas personas miramos el reloj antes de responder a una pregunta de la vida: “¿Te vienes a…?”. Depende de si es pronto para eso, tarde para eso. Otra cosa es si “eso” está cerrado.
Vivir con horarios
Hay personas esclavas de su reloj. Su vida está cronometrada. “No puedo, tengo que cenar a las nueve”. ¿No puedes cenar a las 21.15 ese día, o a las 21.30? ¿Qué ocurre si te sales del horario establecido?
Recientemente, cambió la hora. Y se decía: “dormiremos una hora menos”. Bueno, o las mismas. Si no cambias ningún reloj, puedes seguir haciendo la misma vida. Claro que, están los horarios externos, eso que tanto nos restringe.
Conocí a una azafata de vuelo experimentada que no sufría de jet lag. ¿Por qué? No cambiaba la hora de su reloj de pulsera. Seguía los horarios de aquí, estuviera donde estuviera, y sus vuelos eran todos transoceánicos, por lo que la diferencia horaria era amplia. Ella podía seguir sus propios ritmos, mientras esperaba al siguiente vuelo.
Así que el enemigo de vivir el propio tiempo al margen del reloj son los horarios: jornada laboral, horario de las tiendas, horarios de atención al público, festivos… Desde luego, hay que agradecer a los horarios que nos permiten organizarnos y poder coincidir con otras personas. Pero, si a todos los horarios que nos constriñen añadimos uno propio, entonces la persona pasa a ser presa de estos: tiene hora para todo, no cabe la improvisación. Por tanto, en el momento en que se pone en peligro el cumplimiento de alguno de sus horarios, le invade un fuerte estado de ansiedad. Y es posible que trate de descargar su frustración con otras personas que no comparten ese horario tan restrictivo.
La forma de vivir el tiempo depende por completo de nuestra posición existencial, es decir, de cómo nos sentimos con nosotros mismos y con respecto al mundo, lo que al fin y al cabo conforma nuestro guion de vida. Incluso hay un impulsor específico que reza:
Date prisa.
Impulsor primario.
Vivir despacio
El permiso que sirve como antídoto al “date prisa” es: “tómate tu tiempo”.
Voy a tomarme mi tiempo. La vida es demasiado corta como para apresurarse. Voy a bajar el ritmo y disfrutar. No quiero perderme las pequeñas cosas por tener prisa.
Tony Robbins.
Lo espontáneo, lo que surge a cada momento, no entiende de horarios: se presenta. Si una persona está lo suficientemente libre como para actuar desde el presente, puede acoger mucho mejor todo aquello que no estaba planificado (la mayoría de la vida).
En circunstancias excepcionales, como tener un familiar enfermo, una persona es capaz de trastocar todos sus horarios y seguir adelante, incluso olvidándolos por completo. La hora de comer se convierte en “tengo hambre”, la de dormir en “tengo sueño”, y así.
Hace muchos años, Stephen R. Covey, en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, establecía que en nuestra vida debemos colocar primero las “grandes rocas”, aquellos elementos importantes para la persona, los que sí o sí hay que realizar. Todo lo demás irá ubicándose en los huecos que queden. Puedes ver este vídeo para entender por qué lo llama “big rocks”:
Es un consejo que también sigue Tony Robbins: establece al principio del año uno o dos objetivos de aprendizaje o mejora y les asigna su tiempo, su hueco. Por ejemplo, decide aprender sobre diseño gráfico o a hacer ganchillo. También se puede reservar tiempo para “hacer nada”, pasear sin rumbo, mirar a la parra… De hecho, esos tiempos “muertos” están bastante vivos, porque permiten a la mente entrar en un estado de calma en el que es posible crear.
Las personas que logran sus objetivos y se sienten realizadas con ello no suelen atarse a los horarios más que para garantizar estos éxitos. Es decir, fijan primero el tiempo de las “grandes rocas” y luego colocan todo lo demás. Se aseguran de que van a tener el tiempo suficiente para trabajar en aquello en lo que ponen atención. La próxima vez que digas: “no tengo tiempo para…” o “ya es hora de…”, párate un momento y piensa que las personas que realizaron grandes logros tuvieron exactamente el mismo tiempo que tú: 24 horas al día.
¿Sientes que eres esclavo del reloj? ¿Te gustaría encontrar más tiempo para lo importante y que nunca realizas? Sé libre de dejar aquí tus comentarios y de compartir. Muchas gracias por leer.