La película “Atrapado en el tiempo” (sí, una de esas que tiene el spoiler en el título) podría titularse atrapado por su guion de vida.
Desde fuera, es fácil encontrar soluciones a las quejas y problemas de otras personas. Solemos decir:
Con lo fácil que es hacer X. Con lo evidente que es que está equivocado, etc.
Es eso de “consejos doy, que para mí no tengo”. Y es que cada persona se involucra en una serie de complicaciones que le permiten poder seguir adelante con su guion de vida, porque este: 1) es inconsciente, 2) es lo malo conocido, 3) satisface a los padres del individuo (o eso cree).
He llegado a la conclusión de que cada cual será capaz o no de salir de su visión del mundo, pero lo mejor que podemos hacer desde fuera es respetar a la persona junto con sus decisiones. Porque la mayoría de las veces no va a saber salir de sus automatismos. Para respetar a la persona con su carga de creencias, ayuda mucho decir: “yo soy como tú”. Es algo que menciona con frecuencia Brigitte Champetier: ser capaz de verse como igual que la otra persona, con creencias, comportamientos y afectos ciegos.
El día de la marmota
En el artículo que he referenciado antes, interpreté una de mis películas preferidas de esta manera: el protagonista debe aprender a permanecer en el momento presente para que no se repita una y otra vez el mismo día. Ahora veo que se puede añadir una dimensión adicional, totalmente relacionada: para que el protagonista viva el presente, para que responda de verdad a lo que ocurre aquí y ahora con una emoción genuina, debe deshacerse de su guion de vida, de esos mandatos e impulsores automatizados, internalizados de tal manera que no le es capaz de identificarlos (como el pez que no ve el agua porque está en ella).
Por ejemplo, digamos que Teresa está en su puesto de trabajo y de pronto le llama su jefa, iracunda. Le dice:
“¿Por qué no has entregado todavía el informe? ¿Te pasa algo?”
Teresa, ante ese mensaje emitido desde el estado Padre crítico de la jefa, tiene varias opciones para responder. Desde el adulto, el presente y la respuesta a lo que demanda la situación, puede decir:
“Paloma, lo estoy finalizando y hoy quedará listo, como hablamos. No me ocurre nada”.
Pero quizá no es capaz de dominarse ante esa provocación, que le remite de forma automática a cuando era pequeña y su madre empezaba a chillar:
¿Por qué no has ordenado el cuarto? ¿Estás tonta?
Y puede entonces responder, balbuceando, desde su estado Niño, como si realmente estuviera en aquella situación de su infancia:
Es que… A ver, si estoy trabajando en él… pero… bueno, puede que últimamente esté un poco despistada.
Con su última afirmación, otorga lo que la jefa demandaba desde el estado Padre: “carnaza”.
Pues bien, Teresa vive momentos como este cada vez que algo de una situación presente conecta con un acontecimiento del pasado que vivió como estresante o traumático. Y en ese sentido, vivirá el día de la marmota hasta que tome conciencia de cómo “reacciona” a la defensiva en lugar de “actuar” sin condicionamientos. ¡Qué fácil de decir, qué difícil de hacer! Puede llevar meses o años de trabajo personal desconectar una circunstancia del presente de un momento difícil del pasado.
Observa a las personas, sus conductas y creencias más peregrinas. Respétalas. Date cuenta de que a ti también te pasa, que los humanos somos más parecidos entre nosotros de lo que queremos pensar. Es muy liberador respetar a los demás como son. Deja de tratar de cambiarlos.
¿Cuál es tu caso? ¿Sueles identificar con facilidad lo que les ocurre a los demás pero no tanto lo que te ocurre a ti? Tus comentarios son bienvenidos. Y gracias por leer.