La amenaza del confinamiento sobrevuela nuestras cabezas. Puede que no llegue a ocurrir, pero la situación de aislamiento vivida por unos meses ha dejado una huella profunda, que hace que tengamos (más) horror al vacío.

Agujero negro

Se acaba un proyecto, se acaba una relación, se acaba un trabajo, se restringe una actividad… y no hay nada en el horizonte. Se anticipa el hueco que esa actividad va a dejar y la primera reacción es rellenarlo como sea.

Cuando se trata de trabajo, es cuestión de supervivencia, pero incluso en este caso, hay un componente de miedo ante el abismo que se abre, miedo a las situaciones de incertidumbre.

¿Qué va a pasar? ¿Dónde voy a ir? ¿Qué voy a hacer esas horas libres?

El vacío forma parte de ti

Desde luego, no nos planteamos que el vacío forma parte de nosotros/as, incluso en nuestro propio cuerpo. Está en cada célula, en cada átomo. El vacío es lo que más abunda en el Universo: ausencia de.

Tampoco nos planteamos que tiene que quedar un hueco para que otra cosa lo llene. La tendencia es a hacer malabarismos, incluyendo de más, superponiendo actividades, proyectos y vidas para que en ningún minuto del día se produzca un silencio.

Ese silencio se parece demasiado a la muerte.

El vacío es creador

Pero el vacío no es la muerte. El vacío es creador. Es la condición para que haya creatividad, para que algo que no estaba antes allí pueda surgir.

Por ejemplo, John Cleese habla de la necesidad de reservar un tiempo en “aislamiento” para permitir que la creatividad surja. En general, los grandes artistas tienen muchas horas “vacías” en su día a día, en las que de pronto se inspiran y dan con una idea que les lleva a la acción, a un trabajo frenético para reflejar esa idea en algo material.

Cleese también resalta la importancia de jugar como parte de la creatividad. Este jugar es saber volver al Niño libre, saber salir momentáneamente de las normas y permitir que el vacío del momento presente se llene de formas nuevas, ideas nuevas, una mirada nueva.

Vacío y lleno, dos polaridades

Las polaridades de vacío y lleno están muy bien reflejadas en la tradición oriental: yin y yang. Al hacer Tai Chi, la maestra china nos podía decir: “eso ya está vacío”. Estaba “lleno” cuando todavía había un potencial de desarrollo de un movimiento. Estaba “vacío” cuando el movimiento se había completado y no se podía continuar.

Esto me recuerda a algo de lo que ya hemos hablado: el camino es la meta. El camino está “lleno”, la meta está “vacía”. El mundo actual parece consistir en alcanzar metas y no permitir un vacío necesario antes de seguir “llenando”. Esto también lo señalaba Zygmunt Bauman en Modernidad líquida: el individuo nunca está completo, nunca puede descansar ni darse por satisfecho; por tanto, está obligado a ir siempre a más.

Así que, cuando la vida te obliga a parar, experimentas de forma muy clara el vacío. Es posible que esta experiencia venga acompañada de ansiedad o tristeza. A continuación, si se resiste la mirada a ese abismo infinito, surge la posibilidad de crear. Y esa es la creación más satisfactoria.


Commentarios

Una respuesta a «El vacío creador»

  1. […] Quizá se trata de tomar conciencia del espacio-tiempo en el que vivimos. Esto implica aceptar sus límites: en qué momento hemos nacido, en qué país, qué tipo de actividades se realizan en nuestra época para llenar el tiempo y de qué forma podemos abrirnos al vacío y al silencio.  […]