Voy a utilizar el agudo título de una de las obras de Paul Watzlawick para hablar de esto: qué es “real” y qué no lo es. En concreto, me gustaría contraponer la experiencia directa con las experiencias “no directas”: imaginadas, soñadas o vividas en un mundo virtual.

Varios maestros espirituales, autores de mindfulness y gurús ponen el mismo ejemplo: si eres capaz de imaginar vívidamente cómo chupas o muerdes un limón, salivarás a pesar de que no hay un limón real. La experiencia es imaginada pero tu cuerpo responde a ella como si fuese real. Pues bien, lo que dicen los místicos es que esta forma de vivencia nos aleja de despertar a la realidad, a la experiencia directa de lo que es.

Por poner un ejemplo, Osho dice que para caminar hacia la iluminación has de empezar a estar más alerta de tus acciones, tus relaciones, tus movimientos y tu respiración. Observar la respiración puede ayudar a entender la confianza: confías en que vas a continuar respirando, recibiendo vida al inspirar. La confianza es parte de la vida, del amor, está en cada una de tus células. Al estar más alerta, te haces consciente del hecho de que solo hay una cosa que puedas llamar tuya, y es el hecho de observar, el observador. Cuando te haces consciente del observador, desaparece el “yo” y solo queda el hecho de observar. Esa observación es la meta del camino de iluminación.

Imagen de 4144132 en Pixabay

Por otro lado, en el post anterior hablábamos de cómo Milton Erickson se había estimulado a sí mismo por medio de autohipnosis para trabajar sus músculos cuando quedó paralizado por la poliomielitis. Lo que hizo fue evocar recuerdos de la actividad muscular de su cuerpo. De esta manera, poco a poco ajustó sus músculos y fue recuperando el control de partes de su cuerpo, hasta que pudo hablar y usar sus brazos (puedes leer esto en la página de Wikipedia sobre Erickson en inglés). Estos recuerdos eran de experiencias reales, pero evocar un recuerdo no es lo mismo que tener la experiencia en el momento presente. Aun así, vemos que este trabajo funcionó.

Por tanto, cabe preguntarse por qué la experiencia directa es superior o más deseable que la “indirecta” para el conocimiento de la realidad. Es más, ¿es posible tener una experiencia directa de la realidad?

Percepciones

¿Percibimos las cosas tal y como son? ¿Por qué algunas cosas llaman nuestra atención y otras no? ¿Percibe el ser humano solo lo que es necesario para su supervivencia?

La percepción es algo muy diferente a un fenómeno pasivo en que nuestros sentidos captan elementos de la realidad que después se procesan en la mente. Al contrario, las características de cada persona harán que perciba unos estímulos u otros, que preste más atención a determinados estímulos, o que minimice otros.

En este sentido, la percepción es un proceso activo, en que la mente realiza un trabajo que va más allá del papel de espectador. Para el neurólogo Antonio Damasio, cuando llegamos a la edad adulta todos los estímulos provocan alguna emoción (estímulos emocionalmente competentes).

Así, más que percibir la realidad, creamos en la mente copias de ella acordes con la agudeza de nuestros sentidos. Cabe aquí uno de los pilares básicos de la programación neurolingüística (PNL), que afirma que «el mapa no es el territorio», puesto que recoger en un mapa todos los accidentes del terreno, nos llevaría a usar un mapa de escala 1:1, o al menos tan grande que resultaría inservible.

Percibir es un proceso de supervivencia: percibimos porque esto ha servido evolutivamente para asegurarse la supervivencia. El hecho de que lo percibido sea filtrado de forma inevitable por nuestras estructuras cerebrales es algo que también es adaptativo. Los seres vivos más simples también perciben, pues cuentan con dispositivos para encontrar fuentes de energía, mantener su equilibrio químico, conservar su organismo o reparar los daños físicos.

Además, percibir es un proceso selectivo, no solo por la limitación de nuestros sentidos o por la subjetividad de cada individuo, sino porque realizamos una selección activa de determinados estímulos por medio de la atención. Prestamos atención a unos estímulos e inhibimos otros en función de factores externos, como la cercanía al estímulo, su tamaño, color, o movimiento, y factores internos, como el interés o la motivación que tenemos en él.

Creencias y prejuicios

Hace poco decíamos aquí que nos aferramos a las creencias para seguir explicando la realidad de manera que responda a ellas. Estas creencias están instauradas en nuestra mente como si fuesen programas de ordenador. Limitan lo que se percibe o hacen que se interprete de una forma concreta. Desde este punto de vista, lo que entendemos de la realidad con unas creencias puede ser exactamente lo contrario de lo que entiende otra persona con otras creencias. ¿Quién tiene razón? Tiendo a pensar que ambas tienen parte de razón y ambas están equivocadas. Es como mirar un cilindro desde dos perspectivas distintas y no tener la habilidad de ver en 3 dimensiones. Proyectado en el plano, un cilindro es un círculo o es un rectángulo: ambas cosas son parcialmente ciertas para explicar la realidad del cilindro.

Realidad virtual

Hace unos días me puse por primera vez unas gafas de realidad virtual. Y me quedé impresionada. Porque estaba en otro mundo que yo sabía perfectamente que no era “real”, sin embargo, no podía evitar reaccionar a él como si lo fuese. En particular, “pude volar”. Estaba de pie, pero la sensación de estar sobrevolando una ciudad era muy intensa. De hecho, cuando me choqué un par de veces contra los edificios, eso también fue bastante real.

También vi a Darth Vader. De pronto apareció a lo lejos y se fue acercando, se acercaba y yo retrocedía: Darth Vader, ese señor oscuro, altísimo, grande y con un casco que tapa su cara. Ese señor se acercaba y me habló, creo, me alargó una caja y yo con unas manos virtuales que se veían en este mundo alternativo cogí esa caja. En ese momento estaba tan absorbida por la situación que Darth Vader mismo me habría podido tirar al suelo sin empujarme. Otros personajes de ese juego también estaban demasiado cerca, en un espacio cerrado tipo nave, y empecé a sentir claustrofobia. La principal diferencia con el cine en 3D era que me miraban, me hablaban a mí y respondían a lo que yo hacía en ese entorno.

¿Eso era real? Estaba ocurriendo en el presente, un presente alternativo, una especie de sueño vívido. Como también apuntamos hace poco, la realidad virtual se utiliza para hacer simulaciones y aprender a reaccionar en situaciones que es muy caro o complicado producir. En este sentido, el cerebro no solamente responde a los estímulos que proceden de un entorno simulado, sino que las redes neuronales refuerzan aprendizajes prácticos a partir de estas situaciones.


Yo concluiría que, si la experiencia sirve, se englobe dentro de las herramientas tan variadas que tiene nuestra mente. Si sirve para relajarse, para visualizar una meta, para jugar o para entrenarse en una habilidad, esta experiencia merece ser vivida. Si la experiencia nos aleja de los demás, nos impide tener contacto con “la otra realidad del cilindro”, entonces la podemos modificar. Por último, si realmente buscamos tomar la pastilla roja, como en Matrix, es otro camino para el que lo mejor es hacer nada, tal como reflejó San Juan de la Cruz en la subida del Monte Carmelo.


Commentarios

2 respuestas a «¿Es real la realidad?»

  1. […] La semana pasada hablábamos de lo que se experimenta en el momento presente, el ahora. El vídeo añade la variable del espacio, describiendo el continuo espacio-tiempo, el “ahora y aquí”. Introduce la teoría de la relatividad dando distintos ejemplos. También muestra cómo el cerebro trata de anticiparse a lo que va a suceder, pero no siempre acierta. […]

  2. […] sucedáneos de caricias o presente realidades tan creíbles como las que se disfrutan con la realidad virtual. ¿O sí? ¿Qué piensas? Como siempre, muchas gracias por leer y compartir, me encantará conocer […]