Hace tiempo que el tema revelación para mí es “todo es más prosaico”, o también “nada es tan importante”. Por ello, voy dando pasos en quitar el exceso de importancia, empezando por mí misma.
Esto está muy bien reflejado en el final de La vida de Brian: ¿se puede desdramatizar más una situación?
El camino de lo prosaico consiste a mi entender en deshacerse de “la gravedad” de los asuntos que realmente no son graves. No poner peso. Un peso que muchas veces procede de las creencias, los prejuicios, las tradiciones… es decir, del pasado.
Uno de los personajes que inspiró muchos post de este blog, Ernie J. Zelinski, es un experto en desdramatizar, en convertir las palabras grandes en palabras pequeñas. Así, es capaz de escribir un libro titulado El placer de no trabajar u otro llamado Éxito real sin un trabajo real.
Dejar de prestar tanta atención
[¿Has visto qué felices están estos mientras trabajan? Seguro que han visto el vídeo de Meetings, Bloody Meetings]
Puede que el primer paso para quitar la carga de ideas, situaciones, personas o creencias sea dejar de prestar (tanta) atención. Y una manera de conseguirlo sea cambiar el lenguaje.
En el ejemplo de La vida de Brian, la situación cambia totalmente de código cuando los personajes, en lugar de prestar atención a dónde se encuentran y lo que significa, convierten el cuadro en un número musical con su pequeño baile incluido.
El lenguaje que intensifica la atención en algo es muy categórico:
- Siempre me pasa lo mismo.
- Estoy totalmente sola.
- Nadie me ayuda.
- Todo el mundo sabe que…
Es la generalización, ya estudiada muy de cerca por la PNL.
Y luego están las palabras grandes y graves. Cada uno que escoja cuáles le suenan a grandes y a graves y que busque otras que le parezcan más cercanas, livianas, suaves.
El papel del humor
Para salir de las palabras grandes y dramáticas, como por ejemplo “enfermedad degenerativa”, hace falta una dosis de humorismo, un planteamiento del mismo tema dando un paso atrás que permita verlo y relativizar.
Eso es lo que los Monty Python hacían. John Cleese, por ejemplo, fundó una compañía de formación mediante vídeos, VideoArts, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión, en la que se regían por un planteamiento muy simple:
La gente no aprende nada si está dormida y muy poco si está aburrida.
Así que producían vídeos tan inolvidables como Meetings, Bloody Meetings (Reuniones, malditas reuniones): si una reunión no tiene un objetivo claro y no se organiza bien, resulta una pesadilla. Esto, que parece cultura popular, se puede explicar de muchas maneras, ninguna comparable a esta:
https://youtu.be/vE7jfQt2ic4
Me gusta el apunte que hace Carlo M. Cipolla en Allegro ma non troppo:
El humorismo es la capacidad de entender, apreciar y expresar lo cómico.
No se trata de humor chabacano, ni de ironía o sarcasmo. No se basa por tanto en reírse de otras personas, sino en captar el aspecto cómico de la vida y practicarlo en el momento oportuno.
Pues dentro del camino de lo prosaico, que va de las palabras grandes a las pequeñas, está el humorismo como un gran acompañante.
¿Qué opinas? ¿Cuáles son las palabras grandes que te gustaría sustituir? ¿Cómo haces para quitar hierro a los asuntos?
Como siempre, agradezco que me leas y compartas. ¡Grazie mille!
Commentarios
3 respuestas a «Palabras grandes, palabras pequeñas»
[…] ve una posibilidad de salir del guion a través de la improvisación y el humor. La forma de hacerlo es pasar cada vez más tiempo en el estado adulto del yo, en la acción y en […]
[…] si dejas de jugar desde el estado Padre y empiezas a actuar de otra manera. Sobre todo si te tomas las cosas con humor, ya que el humor es propio del Niño […]
[…] poco [antes de julio de 2021] comentaba la importancia del humor. Me gustaría mostrar aquí algunos ejemplos de los autores que cito con más frecuencia. Veréis […]