Deja de preocuparte sobre “el propósito de tu vida”
Aquí tenéis un artículo que viene muy bien cuando vuelves de vacaciones y sientes que tu vida no tiene sentido o no sabes a dónde se dirige, o no te gusta su rumbo.
Es la traducción autorizada de este post de un bloguero al que sigo desde hace algo más de un año, a raíz de que Barbara Oakley le mencionara en el MOOC “Learning how to learn”. Scott Young es un “chico joven”, muy inteligente y capaz, que se plantea desafíos alucinantes, centrados casi siempre en el aprendizaje rápido. Así, ha sido capaz de reducir 4 años en el MIT a uno solo o de aprender en meses lenguas tan complejas como el chino.
(Para el que como a mí le cueste la palabra procrastinar, son sinónimos diferir y aplazar.)
¡Disfruta!
Cada uno o dos meses me llega un email que dice algo como esto:
“Hola Scott! He estado siguiendo tu blog por un tiempo, y me gustaría hacer grandes cambios en mi vida, pero no tengo ni idea de por dónde empezar. No sé cuál es el sentido de mi vida, así que al final acabo procrastinando todo el día.”
La persona quiere cambiar su vida, pero no ve el objetivo por el cuál hacerlo. No ver el objetivo es no tener una dirección o un punto de partida. De aquí las horas que se pasan revolcándose en la procrastinación.
Para esto, me gustaría compartir un secreto: no tengo ni idea de cuál debería ser el propósito de mi vida, y no creo que importe.
El culto a la vocación
Utilizo la expresión “propósito de vida” pero podría haber utilizado con la misma facilidad las palabras “pasión”, “llamada”, “misión” o cualquier otra de las docenas de palabras de autoayuda de moda que circulan hoy día.
Si conoces la vocación de tu vida con una convicción profunda, genial para ti. Pero para el resto de nosotros que no la conocemos, no estoy seguro de que realmente importe.
Responder a esta pregunta demasiado pronto puede ser peor, porque estrecha de forma prematura tu perspectiva. Yo prefiero disfrutar de la incertidumbre y tener experiencias más amplias que contestar demasiado pronto y perder oportunidades.
Pero, dados los supuestos beneficios de tener un propósito de vida, ¿cómo puedes esperar en la incertidumbre? ¿No serías entonces como los lectores que me envían emails, desperdiciando su tiempo hasta que la claridad los golpee?
Veamos por qué la gente dice que conocer el sentido de tu vida es esencial, y compartiré por qué estoy en desacuerdo:
Razón uno: sin propósito de vida = Sin motivación
Dado el email que recibí de este lector, esta razón parece tener sentido. La gente con una misión muy clara, sea vivir con consciencia o abrazar la no conformidad, parece muy motivada.
El error aquí está en asumir que necesitas conocer el destino para motivarte. Yo no tengo ni idea de dónde voy a vivir, quién voy a ser y en qué proyectos voy a trabajar en los próximos cinco años. Y eso está bien, sigo estando motivado a trabajar en los proyectos menores de mejorarme a mí mismo hoy.
Los objetivos menores pueden carecer de la grandeza de una llamada vital, pero aún pueden ser inspiradores. De alguna manera, los pequeños pasos pueden ser más motivadores, porque ves los resultados ahora en lugar de en décadas.
Razón dos: sin la visión general, no puedes lograr grandes cosas
La asunción es que sin ver el gran panorama general, no alcanzarás nada grande. Puede que estés motivado con tareas pequeñas, pero estarán descoordinadas. Los logros más grandes, por tanto, solo pueden ser realizados por personas con grandes visiones.
Desgraciadamente no hay mucha evidencia que respalde esta asunción. Sí, las personas que alcanzaron grandes cosas a menudo tenían grandes planes. Pero, ¿cuánta gente conoces que siempre tenga un gran esquema y nunca consiga acabar nada?
Hay muchos contraejemplos de la tendencia opuesta. Personas que asumieron ocupaciones interesantes, desarrollaron habilidades y contactos, y eventualmente hicieron grandes logros cuando la oportunidad llamó a su puerta.
Ben Casnocha, fundador a los 15 de una start-up exitosa, afirma no haber tenido nunca tal momento de epifanía y atribuye mucho de su camino a, por casualidad, haberse apuntado a una clase de informática. Trabajo duro y empuje, sí, pero no misión de vida.
Hay un tipo de algoritmos de aprendizaje de máquinas (machine learning) que están diseñados para descubrir un valor preciso, sin conocer de antemano cuál va a ser. Pienso que una vida exitosa se vive de una forma muy parecida. No conocer el valor preciso (lo cual es a menudo imposible), sino diseñar la filosofía que puede descubrirlo en el camino.
Razón tres: una misión te mantiene centrado
La lógica dice que, sin una misión en tu vida, no estarás centrado. Centrarse en la vida es esencial, pero no estoy de acuerdo con la sabiduría convencional de cómo la gente logra estar centrada.
Según mejoras, tendrás un mayor impacto con esa habilidad en el dinero, la reputación y el disfrute. Según aumenta tu capacidad, es más y más ventajoso dedicar esfuerzos a mejorarla, en relación a otras metas. Esto crea un ciclo de retroalimentación que inevitablemente centra tu vida en un conjunto de habilidades particular que te apasionan más y que producen el mayor impacto.
Este ciclo de retroalimentación positiva de las habilidades y las compensaciones es natural, y puede eventualmente llevarte a “descubrir” el propósito de tu vida. El problema es que no puedes predecir con exactitud y de antemano a dónde se dirige ese ciclo. Tratar de predecir prematuramente la vocación de tu vida puede descarrilar el proceso más natural de construir esa vocación.
Razón cuatro: conocer tu misión te ayuda a persistir cuando dudas
Si supieras con un 100% de certidumbre que estabas destinado a ser un médico, no abandonarías tras suspender el examen MCAT (Medical Collegue Admission Test, una especie de selectividad para entrar en Medicina) por segunda vez. Aquí el argumento es que la vida está llena de momentos de duda, y sin algún tipo de ancla, es fácil abandonar.
Esto de acuerdo en que algún tipo de ancla es importante. Sentirse muy mal por un rechazo, un proyecto fracasado o una meseta aparentemente interminable de mediocridad no es solo una evaluación racional de los hechos. Uno/a se siente terriblemente y el instinto inicial es dar todo por perdido y evitar el dolor. Incluso cuando sabemos que esto solo empeorará las cosas.
Pero anclarse a una vocación específica puede ser tan problemático como no tener ningún ancla en absoluto. Quizá realmente no estés hecho para ser médico, incluso aunque podrías ser un investigador excelente. Tener una convicción muy fuerte en un resultado puede forzarte a perseverar, pero también excluye cualquier otra opción, incluyendo aquellas que podrían ser mejores para ti.
En lugar de esto, yo prefiero anclarme a una vocación más general. No a la ocupación específica, sino al propósito general de tener una vida mejor y al coraje necesario para seguir persistiendo a pesar de los muchos altibajos. Perder una carrera o dos, pero no dejar de correr hacia adelante.
Razón cinco: la vida sin una vocación es aburrida y sin sentido
No puedo hablar de los sentimientos subjetivos de conocer el propósito de tu vida con convicción. Quizá todo el casi orgásmico bienestar de seguir tu vocación es todo lo que los expertos dicen que es.
Lo que puedo argumentar es que, incluso si no conoces a dónde se dirige específicamente tu vida, aún puedes disfrutarla a tope.
Solo porque no sepa qué tipo de vida llevaré en 5-10 años, no significa que no pueda marcar una diferencia ahora. Es fácil obsesionarse con la gran visión general y olvidarse de todas las pequeñas victorias del camino. Desde las victorias personales de terminar un proyecto a las más altruistas de descubrir que algo que has hecho ha ayudado a otra persona.
Incluso si no sabes exactamente cómo evolucionará tu vida, tienes las pequeñas victorias del camino. Son estas pequeñas victorias las que pueden sumar a algo mayor de lo que pudiste haber imaginado cuando empezaste.
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Aquí tienes unas reflexiones sobre una misión muy interesante: ser feliz.